Adicciones y la necesaria perspectiva de género
A pesar de esta afirmación, en la mayoría de centros el tratamiento de adicciones es acentuadamente androcéntrico. Muchos modelos terapéuticos beben directamente de experiencias llevadas a cabo en EE.UU. en los años 30, 40 y 50, cuyos interlocutores eran fundamentalmente hombres blancos no especialmente jóvenes. Hablamos también de una cultura y de una época con sus propias ideas sobre el rol social del hombre y la mujer. Estos tratamientos de carácter conductual dieron durante varias décadas buenos resultados con los hombres porque estaban pensados para ellos.
Quizás por este motivo, incluso en no pocos aspectos son hasta “cuarteleros”, es decir, muy directivos, basados en la autoridad del terapeuta, fundados sobre la experiencia de otro, inflexibles en la imposición y cumplimiento de normas, cimentados sobre el miedo a los posibles estímulos y, a la postre, terminan generando dependencia del propio tratamiento… que se prolonga eternamente y del que te enseñan que dependerás siempre.
Es más, también la mayoría de estudios, investigaciones y propuestas de prevención están enfocados a hombres, a hábitos masculinos de consumo.
Todo esto tiene poco encaje con el perfil del joven adicto de hoy en día, pero a lo que es totalmente ajeno es a la psicología femenina. Y esto se demuestra en términos estadísticos: hay menos mujeres que hombres realizando tratamientos de adicción. En concreto, solo un 20% de mujeres frente a un 80% de hombres. ¿Eso quiere decir que hay menos adictas que adictos? En absoluto, eso quiere decir que…
En efecto, las mujeres son más vulnerables que los hombres a los efectos de las drogas. Además, sufren más dificultades que los varones para solicitar ayuda terapéutica. Los estudios también nos dicen que, una vez que han iniciado un tratamiento para la adicción a sustancias, la evolución terapéutica suele ser peor que la de los hombres.
Este hecho, como hemos apuntado, no se debe al tópico tan recurrente como machista de la complejidad de la psicología femenina. Así lo único que hemos conseguido es que no prosperen en su rehabilitación por flagrantes carencias terapéuticas y, encima, culparlas a ellas de esa realidad.
Por eso es necesario actualizar las directrices de los antiguos tratamientos, tan extendidos por su éxito inicial con los hombres, y continuar implementando terapias no androcéntricas que contemplen transversalmente la perspectiva de género.
¿Por qué en nuestro centro de desintoxicación la tasa de ocupación de mujeres oscila entre el 33 y el 60% frente al 20% habitual? La propuesta de Guadalsalus consiste, entre otras intervenciones, en…